viernes, 31 de marzo de 2017

¡A los bifes!

Es inminente el arribo a nuestra ciudad del "papichulo" limeño. Vale la pena destacar que "papichulo" es una palabra aceptada recientemente por la R.A.E., cuyo significado es hombre-objeto de deseo; el susodicho es escritor y destacada catedrático de Matemática y de los juegos literarios, matemáticos y juegos de seducción, entre otros. 
Gran contienda gran. Hoy. Se abren las apuestas. El evento se realizará hoy en el reñidero de barro del Club Libertad. Se enfrentarán en lucha libre a dos rounds en primera instancia, las "pesos livianos" M.P.V. y R.J. En segunda instancia, las "pesos pesados" G..P. y una desconocida en la zona de gran trayectora en estas lides, P.G., alias "Punto G". 
Las atletas pertenecen al ámbito de la pseudo-cultura. "Cultura de sobaco" le dicen, son las que transitan los claustros universitarios con libros debajo del brazo, en busca de pareja, o al menos, pretenden ascender un peldaño en la escala social. Poco seso, mucho músculo. Competirán por el premio "A lo que dé", según dijeron en el reportaje para la Revista "Boxing, lucha y aledaños". 
Entre las condiciones y requisitos se menciona: La contienda durará 10'. Todo vale. Las contrincantes deberán ingresar al cuadrilátero con las uñas perfectamente cortadas. Está permitido el baño de aceite de coco, importado de Costa Rica. El premio será una noche de amor con el objeto de deseo arriba mencionado.
Las entradas ya están agotadas; la platea femenina se apresuró, sin duda. Fueron vendidas en el Centro de Escritores y en la cátedra de Matemática II de la facultad de Ciencias Agrarias; lo recaudado se destinará para fomentar actividades de promoción de la lectura, la comprensión lectora, los juegos matemáticos y el pago de becas a los estudiantes más destacados.
En ocasión de este viaje a nuestro país, el escritor fue abordado por periodistas de diferentes ramas, las letras, las ciencias y el boxeo, ámbitos en los que se desempeña. Este último, desarrollado activamente en sus años mozos. Un individuo aún joven, de estatura mediana, buena estampa, diríamos. Un rostro andino modelado por el viento de las alturas, pero suavizado por las mieles de la cultura. De ojos color café, un tanto suspicaces. Cabeza más grande que lo normal; cejas anchas e incipientes "entradas" en la cabellera abundante, pero prolija. Sonrisa que cautiva, labios gruesos. Se adivina una contextura fuerte debajo del terno gris. Una corbata azul nos habla del cuidado estilo en el vestir. En fin, todo músculo y fibra pero con la ternura indefensa y la intensa pasión por lo que hace. 
Se dispone a la entrevista con buen ánimo y en su voz cascada y ronca, aunque cálida, podemos descubrir los oyentes, un pasado difícil, tal vez sórdido, aventurero de la "universidad de la calle". Tras las respuestas inteligentes y un lenguaje apropiado a las circunstancias del coloquio, se devela un cultor de las buenas lecturas y de mucha academia. Preguntado por sus actividades en el ámbito educativo, puede descubrirse la verdadera pasión por enseñar.
Puede observarse, cvuando se mira detenidamente su rostro (las cámaras están haciendo un primer plano) las huellas de su pasado pugilístico.
-¿Qué puede decirnos al respecto?
-Es así, la nariz chueca se debe a una pelea callejera en los suburbios de Lima cerca del Callao, en mi adolescencia.
-Hemos sabido que usted admira la Argentina y especialmente la Patagonia. ¿Qué actividades desarrollará próximamente?
-Serán charlas, conferencias y talleres sobre la pedagogía, estrategias para aprender Matemática jugando, la promoción de mi libro donde se explica la teoría , la presentación de mi última novela, compartir con amigos, y demás...
-Intuyo que en el "demás" están incluidas las mujeres. ¿Qué puede comentarnos?
.Las mujeres argentinas son muy bellas, elegantes, inteligentes y audaces... y me gustan todas. -Un guiño y una sonrisa nos abarca en un abrazo.
Me quedo pensando cuál será la reacción de muchas que están esperándolo. Si unas utilizan la fuerza física y la violencia para obtener lo que desean, otras despliegan un arsenal de estrategias que andan por la frontera de la moral, lo estético o lo inteletual y así compiten entre sí, todas tras el mismo objetivo. Unas se rebajan al concreto lodo de los submundos y la impudicia y las otras se elevan al cielo de la fantasía y las abstracciones. Unas son sombra de la crueldad y otras son sutiles luminarias de un teatro del absurdo. En el intervalo está el drama de la realidad, a veces cruda, "a punto" o demasiado cocida. Como los bifes argentinos.
Se recuerda que los fondos se destinarán a acciones de inmaculados fines benéficos, tales como el mantenimiento del hogar para mujeres golpeadas, la reparación de la sala de eventos de la cárcel de encausados y la casita donde se alojan los niños abandonados.
Se abren las apuestas, que la función está por comenzar. 

domingo, 19 de marzo de 2017

Escarceos

 Menuda tarea la del poeta, cuando cuenta con las emociones al ras de la epidermis, como los pelitos que se levantan con un roce a contrapelo, o cuando muestra las heridas que la sal del mar irrita. Tiene a los personajes, pero no tiene la trama, debe darle carnadura al relato. Por ahora, son sólo divagaciones que quedan plasmadas en el título. 
Dícese de los movimientos en la superficie del mar, pequeñas olas que se mecen hacia uno y otro lado por las corrientes subterráneas. También se dice de las cabezadas de los caballos,  hacia arriba y hacia abajo, o los giros que dan resoplando, cuando están fogosos. Poco a poco, iremos adentrándonos en la historia. Por ahora, son sólo cuatro sílabas: es - car -ce- os, que se mueven sobre una barca que boga en un lago tranquilo, pero que se agitan desde las profundidades.
Con cuatro frescas le han dicho imprudente, indiscreta y entrometida, además de impaciente. Pero ella no se ha quedado impertérrita, ni imperturbable, porque no es una placa de mármol fría y rústica, lista para ser moldeada a gusto del artista; al contrario, es impulsiva y cerril, que salvajemente se puede acompasar a un cuerpo que le prodigue cálidas miradas, palabras tiernas y dulces caricias. Porque, tampoco es intangible, pero es impetuosa, implacable, a veces, cuando se enoja, y es hasta impúdica. 
Y qué decir de la cacofonía de tantos prefijos que indican negaciones, aunque recuerdo que la negación de la negación, al final es una afirmación. Y sí, después de todo, las cuatro frescas no serán la última palabra. Es auspicioso un próximo encuentro. Ella espera a puro impulso, cómo el otro, el de las cuatro frescas, suavice su temperamento salvaje con un guiño, con tres diminutivos cariñosos y cuatro toques suaves, y la amanse. A la vez, mientras tanto, ella, la imprudente, irá buscando la manera de que él se enamore. Quitará la capa de óxido de su pecho, diluirá con su labios la acidez de sus ironías, rascará la costra dura de sus emociones, y así, capa tras capa, irá buscando su ternura, entrará en su silencio, y adivinará sus deseos, esos que sabe, son atrevidos, pero que él no se anima a manifestar.
Un susurro de colibrí detrás de la oreja.
Una música de terciopelo en los cabellos.
Un escozor de lágrimas que se han secado en los párpados.
Un aleteo de mariposas en el vientre.
Un coscorrón de narciso recién robado de un jardín.
Un guiño y una sonrisa sellados en el pacto de guardar secretos en el alhajero de cristal.
Un rubor de amapola en los besos de la brisa.
La barca se ha agitado en la superficie de las aguas, una escaramuza, un temblor inusitado y brusco al encontrar el lado oscuro de la luna y ahora, nuevamente, boga en calma, mientras la luna muestra su lado más brillante sobre el lago quieto. 

domingo, 12 de marzo de 2017

Historias con picardías

Doña Isolina, que así se llama la viejita de los ojos opacos que no ven y por su cara ruzan miles de arrugas, se mece en su sillón, mira a la distancia y ve imágenes que la hacen sonreír. -¡Eh, Tina y Enzo, vieni qua, a mangiare!-grita.
Su vecina, doña Rosa, como todos los días, acerca una silla junto a la vieja y conversan.
-Vine con los dos nietos para sacarlos de esos jueguitos electróinicos. QUiero que orran, inventen juegos, que se diviertan de otra manera, que se suban al paraíso y que vayan a cazar chicharras...
-Ahora ya no está, pero me acuerdo de esa nena, Lili, que vivía acá a la vuelta. Era la única nena del barrio. Todos varoncitos, pero ella parecía ser la cabecilla. -Vamos a la placita rompidita- decía y ellos obedecían. Se colgaban de las cadenas, se balanceaban, hacían piruetas en el trapecio, y muchas veces se caían desde arriba. Ella andaba siempre con las rodillas rotas y los brazos arañados. Su amá, la perseguía con un algodón embebido en té de malva para que cicatricen las heridas y de vuelta a casa. ¡Qué niña traviesa!
-Sí, parece que desde la cuna era pícara. Todavía la veo de la mano de su papá, dos o tres años tendría, que la llevaba a la cancha. Iba con una pollerita roja a cuadros, tableada y a cada paso, las tablas se abrían. Era chueca, porque se había parado muy pronto en el corralito. Se ve que estaba como prisionera. Más tarde, a fuerza de masajes con talco, enderezaron esas piernas. Su mamá, que era modista, confeccionaba unos lindos modelitos y ella los lucía muy coqueta entre los varones. ¿No tenía hermanos?
-Fue hija única hasta los doce, después nació Robertito. Me acuerdo que mientras los nenes jugaban a lo bruto, ella se subía a los paraísos y los veía jugar a la pelota y patearse, o pegarse piñas. Ella, desde arriba, enhebraba los pistilos de las flores de paraíso y se armaba unos lindos collares perfumados. Ose dedicaba a tirar las semillas de los plátanos sobre las mantillas de las devotas que iban a la misa. También ataba con un hilo a las chicharras que aturdían en las tardes de verano. Les ponía un hilo por la cabeza y las dejaba volar y chirriar. Era experta en agarrar las verdes grandotas, que hacían un sonido más agudo. Luego bajaba y proponía jugar a as bolitas (hoyo y palma) o a los pistoleros y a los indios. 
-¡Ah, sí, una nena terrible. Berichina!. Una vez intervine para separarla, porque Jorgito, cansado de sus burlas. ¡Orejudo! ¡Orejudo!, la agarró del cogote hasta ponerla azul... yo la salvé. La Mona le decían. Otras veces iba a las zanjas a buscar huevitos de ranas para pescar en la laguna. Los chicos le tiraban ranas, pero nunca la alcanzaban. Me acuerdo que muchas veces su madre la buscaba, porque se había escapado a la hora de la siesta y allá estaba, corriendo carreras en bicicleta con los muchachos. Le quedó una cicatriz en el nacimiento de la nariz, porque frenó con los dos frenos en una esquina y se cayó para adelante. otras veces, paseaba muy oronda sobre la burra Catalina. Iba en ancas y la llevaba a pasear el hijo del gitano. ¿Se acuerda?
-¿Ve, doña Isolina? QUé vida más sana hacían los chicos de antes. En la escuela la maestra contaba que Lili era muy participativa en los actos escolares. Recitaba, cantaba en el coro, actuaba en algunas escenas de as fiestas patrias, bailaba zambas y chacareras. Y también ayudaba a los varones del grado para asustar a la profesora de música. Le movían desde atrás el piano, o le ponían un sapo sobre el teclado, y cuando abría la tapa, el sapo le saltaba encima. Yo digo, bien hecho, si esa maestra era muy amarga, y los chicos se vengaban. ¿No cree Ud?
-¿Vio que vino ese gerente nuevo de la fábrica de quesos, de Alemania? Bueno, las hijas iban a la escuela pero estaban eximidas de ir a las clases de religión o de catequesis porque ellos eran protestantes.. entonces Lili, se escondía detrás del busto de Sarmiento, y no entraba al aula, se quedaba con las chicas a jugar. Cuando pasó la comunión, estaba muy bonita con un hermoso vestido de plumetée que había confeccionado su mamá, pero, como se portó mal en la misa, las monjas la echaron atrás, y fue la última en tomar la comunión. Ella sabía que no había que morder esa pasta, porque era el cuerpo de Cristo...
-¿Y más grande, siguió igual?
-Sí, me contaban mis nietas, que en un pic-nic de la primavera, un chico le dio a Lili el primer beso... entonces ella después reunió a todas las chicas del grado y les contó con lujo de detalles esa experiencia inolvidable. Después, fue memorable, las vecinas contaban, que en una fiesta de 15 años, el papá la sacó a empujones y la corrió con la alpargata, porque la encontró bailando con Ricardito, y ella no tenía que bailar, estaban de luto, porque había muerto la abuela Margarita. ¡Mala suerte!
-En la escuela comericial, también hacía trapisondas... Por aquella época las chicas se peinaban con un jopo agarrado con una hebilla y todas se parecían. Se hacían muy compinches. Una era muy buena en Lengua, y la otra, en Inglés, entonces, cuando las llamaban a dar lección, una iba en lugar de la otra, y las profesoras no se daban cuenta, y se sacaban buenas notas. Una sobrina me contaba más aventuras de Lili, dicen que cuando tenía 14 años, más o menos, todavía no se había desarrollado y las otras sí, entonces, rabiaba y para parecer más grande, iba a fumar con las más grandes en el recreo, escondidas en el baño, total, después mordían hojas de ligustrina antes de entrar al aula, así disimulaban el olor. Cuentan también que, comandadas por Lilia, lo mareaban al profesor de Contabilidad. Se usaban guardapolvos blancos y cortos. Cuando venía la evaluación de fin del cuatrimestre, las chicas, cruzaban y descruzaban las piernas en primera fila. El tipo ponía los ojos bizcos y al final, aprobaba a las chicas y mandaba a examen a todos los varones. En los veranos, su mamá quería que aprenda a coser, pero ella se iba a vagabundear o se pasaba el día en la pileta del club. Más tarde, comenzó a trabajar allí, y también entrenaba para los torneos de natación. ¿Era gordita, se acuerda?
-Sí, vecina, esta nena era increíble. Después se fue a estudiar, y no la vimos más, dicen que se escapó de la casa y se fue al sur, a vivir allá con un hombre mayor. ¿Qué habrá sido de ella? Debo irme ya. 
-¡Chicos, vamos! Les va a doler la panza de tanto comer esos duraznos calientes. ¡Vamos!