miércoles, 5 de agosto de 2015

Luna llena

¿Quién podría dudar de la fascinación que provocan las noches de luna llena? Días pasados pude verla, casi en la madrugada, sola, solita con mis emociones. Lo llamativo era que una inmensa grúa parecía engancharla desde un extremo y sentí que ese enorme monstruo estaba raptando a la luna gorda y romántica. No supe si la subía o la estaba bajando hacia las profundidades del lago, quieto como un espejo. A lo lejos, el pico de la catedral señalaba el cielo como un dedo acusador, como una recriminación. Hacia el este, el alba estaba despuntando y las montañas se teñían de un rosa pálido.
Sucede que las cosas no siempre son lo que parecen; los espejismos en algunas ocasiones son promesa de agua en el desierto, de vida y de amor. La iluminación y las sombras estaban dejando atrás a la luna y me pintaban un panorama que, soterrado, proponía ver la cara cruel de la realidad. O tal vez, mi humor quería verla de una manera menos poética, pero más objetiva.
Esa grúa se había instalado para construir edificios en la costa del lago y cuando estuvieran listas, no nos permitirían admirar la belleza del paisaje; otros instrumentos, sierras, hachas, chipiadoras y moto-niveladoras derribaban el bosque para dar paso a construcciones modernas. ¿Dónde estaba quedando la aldea de montaña que antes era mi pueblo? ¿Hacia adónde irían los rollizos? Tal vez sean dispuestos para el concurso de hacheros de la Fiesta de la Nieve, o para nuevas esculturas, "los guardianes del lago".
Otra maquinaria diabólica, ésa sí, oculta, está cambiando su aspecto. Por debajo de la mesa, con una mano, los funcionarios reciben su cuota-parte, y con la otra, firman las resoluciones de excepción a las normas municipales. En tiempos electorales, los discursos políticamente correctos, anuncian obras para embellecer la ciudad, en aras del desarrollo, pero se cuidan muy bien de frenar las obras de infraestructura necesarias para acompañar el crecimiento; las cloacas están colapsando, la planta depuradora de líquidos cloacales se detiene por "desperfectos técnicos"; la basura contanminante, irremediablemente, está derivándose al lago, mientras los funcionarios siguen cobrando, sin dudar, los "retornos" por licitaciones fraudulentas o las "coimas" por los favores "non sanctos". La duda no es una jactancia de los inteectuales, pienso.
Así que, esta madrugada me colgué de la grúa intentando apresar la luna y luego me caí y me zambullí en las profundidades del lago para buscarla (Me llaman Narcisa) y cuando llegué a la superficie grité con toda la fuerza de mis pulmones: "¡No hagan olas, que no puedo encontrar la luna!"
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