miércoles, 28 de marzo de 2012

La señora del piso 12º.

Ella siempre me buscaba. Y yo también. Cada semana, salía del mercado empujando el carro con provisiones y otras menudencias, repleto de comestibles y bebidas, artículos de limpieza (¿qué tanto tendrá que limpiar?, me preguntaba) y muchos artilugios para destacar su belleza. Casi siempre enfundada en un traje ajustado de pantalones negros y remera con grandes escotes, yo sé que, detrás de los modernos anteojos de sol, me buscaba, con esos ojos negros chispeantes, y se quedaba parada en la playa de estacionamiento.
El viento de la tarde arremolinaba sus cabellos negros lustrosos y la llovizna fina iba empapándola. Sus curvas y sus prominencias se hacían más sobresalientes. Dos botones ateridos resaltaban debajo de su remera. Un imán me atraía hacia esos pechos y con pasos apurados, llegaba yo, con la impaciencia y con la exaltación del adolescente, que ya no era.
-¿Dónde te has metido, chavalejo? Apurémonos, que nos mojamos. Coge esto y acompáñame a mi piso.
-Es que estoy trabajando...
-Es que na'! Trabajarás en mí, te lo aseguro. Mi marido ha salido de viaje, y ... ná, pensé en tí, argentinito! - y yo también pensé que las españolas no se andaban con chiquitas.
Por el Paseo de la Castellana, el tráfico se ralentaba, mientras la lluvia se hacía cada vez más espesa. En el semáforo próximo, me miró con pasión y sin anteojos, y sé que con ternura y curiosidad. Extendió su mano hasta la rodilla más cercana y me acarició la entrepierna. En silencio, ambos íbamos imaginando lo que vendría después.
Estacionó su coche en el garaje del edificio y en el ascensor ya fue incontenible la compostura. La tomé por la cintura. Mis manos grandes podían rodearla, casi hasta cerrarse en su contorno. Acaricié los pezones mojados y sus caderas se movieron en compás sensual hacia mí, con lentitud, mirándome con provocación, hasta pegarnos en un largo beso de lenguas pegajosas, al momento que nos deteníamos en el piso 12º.
Lujoso, coqueto y moderno. Así calificaría su morada. No pude admirar con detalle la ornamentación, porque en el instante, ella fue sacándome la camisa. Sobre una mesa ratona había una nota que ella leyó de reojo, y yo también.
-Señora; he dejado todo tal como lo ordenó y he retirado el dinero que me ha dejado. Soledad.
Me llevó de la mano casi corriendo hacia la cama cuadrada; cuando comencé a despojarla de sus ropas, me detuvo.
-Deberías hacer caso omiso a mis cicatrices, y no te impresiones. ¡Vale? -dijo secándose la prótesis de su pecho izquierdo -Desde que me operaron, mi esposo ya no me folla. Y yo necesito un hombre. Ése, eres tú, moreno.
El fuego quemaba nuestros cuerpos y nada de eso importó. Ella se entregaba a mí, salvaje y audaz. Comandaba su plan y yo, la dejaba hacer. Cumplía como un soldado sus órdenes.
-Ahora mi espalda, y anda diciéndome en auténtico argentino las palabras soeces que vosotros dicen. ¡Anda!
En esos menesteres andábamos ("putita", "calentona", "culito"), cuando comencé a percibir una presencia, un perfume que no era la fragancia de ella. Alguien, desde el vestíbulo había puesto una sinfonía árabe.
-¡Ala!. Ven ahora, Soledad. Acá estamos bien encuerados y no te quedes ahí solita, envidiándonos. Ven con nosotros, que todo lo compartimos -dijo, y supe que era Soledad, la empleada que se acercaba sólo con el impecable delantal de mucama, alta, de tacones rojos, sensual, observándonos desde sus ojos gris acero, con la lascivia de su lengua palpitante.
Y nos fundimos los tres en una orgía de placer sin par.
-Ahora vete, niño, que ya has cumplido espléndido tu rol. En ese sobre está tu paga -me ordenó.
Y yo, que hubiese querido descansar sobre las sábanas de seda entre las dos, la morena de caderas portentosas, y la pelirroja angelical y diabólica, me levanté como un guerrero que sale de la trinchera, cuando se apagaban los últimos estertores. Las miré y se entrelazaron, ya dormidas. 
Guardé en mi chaqueta el sobre sin mirar su contenido, prendí un faso y me fui silbando el Tango Julián.

jueves, 22 de marzo de 2012

¿La distancia es el olvido?

Había leído la carta de su madre y pensó que perdería, finalmente, a esa chica.
Se había preocupado porque sus aseveraciones podrían complicarlo en su condición de argentino refugiado en España; podría haber interceptaciones en la correspondencia. Ni las hijas de doña Ida, ni Sofía, la bailadora y repositora del mercado, lograron hacelo olvidar a Adriana.
Ellas son toda pasión; se entregan con total desenfado, sin exigir nada a cambio, como si sólo bastara con aliviar una necesidad biológica, y ya! Se van así como llegaron a su cama maltrecha. Ruidos de resortes desvencijados, revuelo de sábanas manchadas y almohadones casi mojados, y después lo dejan solo.  En la soledad más absoluta. En las cuatro paredes del empapelado húmedo, los faunos, unicornios y talismanes del amor, empiezan a desprenderse en una burla interminable.
El llanto callado de Carlos se confunde con la fina llovizna que rozaba las ventanas que dan a la calle. Quizás el dolor de la tristeza del alma y de la soledad, no se disipa ni en compañía, ni en el barullo de las fiestas, ni en el deambular por las calles entre gente desconocida. O tal vez, sea la resaca de una noche en que apuró las copas, sin consuelo, para zambullirse entre unos pechos tibios que se ofrecen, simplemente, para calmar el ardor que le viene de adentro de su juventud lujuriosa. Morfología de la seducción, que provoca el alcohol y el desenfreno.
Llora quedo una angustia que se acongoja en el pecho; una pena amarga que se acumula hasta doler. No está bien visto. Y, (aunque no lo vean) deja caer las lágrimas. Como un tango triste y nostalgioso. 
Afuera, las guitarras españolas acompañan el canto. Una soleá que habla del jardín del amor, donde se marchitan las flores.
Busca releer la carta de su amigo Alberto: "Adriana anda con ese tipo que..." y recuerda cómo ese forastero en la ronda de los egresados, se inmiscuyó entre todos y lo separó de ella.
Y ahora..."Es un viejo! Yo lo vi de día, y es medio pelado, barbudo y tiene canas"

lunes, 12 de marzo de 2012

Escozor de una espina que inquieta (última parte)

Desde la cintura hacia arriba y hacia abajo, imagino como lucen que irradian y queman. Un aroma de aucaliptus y romero va creando el clima de reposo. Y las manos, en círculos concéntricos, recorren la cintura para descontracturar.
-¿Has hecho algún esfuerzo físico desacostumbrado?
-No, lo de siempre, aunque exagerando la confianza en mis habilidades. El dolor comenzó de a poco, hasta que me fue cada vez más difícil caminar y...- las manos de Layla pellizcan en breves movimientos sobre ls hombros y los omóplatos.
-Hay nudos que habrá que deshacer, para disipar -unas palmaditas suaves y constantes con el canto de las manos la hizo sobresaltar, pero ahora los movimientos excéntricos a lo largo de toda la cintura van calmándola -la música suave de flautas y violines, colabora para la relajación.
-¿Es posible que hayas sentido últimamente una aflicción, una pena? -pregunta -Confía en mí -de inmediato agregó, porque sabía presentía, un desequilibrio emocional en su paciente.
-Siempre he confiado en mis propias fuerzas y en mi voluntad, y sobre todo, he asistido a los demás, sin pedir a cambionada como recompensa, porque es natural que así sea.
-¿Nunca has recibido recompensas?
-No, al contrario, he sentido una especie de "espada de Damocles" que me controlaba por la espalda, me manipulaba y yo lo sabía, pero resistía siempre, por vocación de servicio, por purgar culpas, no sé... -los movimientos parten desde la columna hacia ambos lados y son por demás placenteros.
-¿Y ahora?
-La espada de Damocles ya no está, porque mi marido murió. Hoy me estoy repartiendo entre dos amores. Mi familia, que es una clase de amor, y un nuevo amor. Ambos no pueden conciliarse, porque se se rechazan, se desconocen, se celan. Es como si la espada, que pende de un hilo, en cualquier momento se desprenderá sobre mí y mis fantasías.
-Ahí está el problema. Todo es consecuencia de una crisis que ha estallado, porque no puedes sostener esta situación por más tiempo. Voy a masajear tu frente y tus sienes. El corazón ha estado sufriendo mucho. Ya puedes darte vuelta.
-Lo que significa, que necesito protegerme de ese oasis que no es real... tal vez debería recuperar mi autonomía, y darme mimos, que los necesito. Viajar, pasear, conocer esos lugares que admiro en imágenes...
-Te escucho. Los pies me van a ir dando los puntos neurálgicos de esos dolores.
-Tantas veces he puesto mis hombros y todos los sentidos para sostener... antes "Soy sólo un cuerpo torturado que ve pasar por la ventana la figura blanca que flota, que viene a buscarme y mi alma ya  a volando agarrada de una nube y me divierto al ver todo lo que se ve allá abajo" -él decía. Y yo notaba que ya no alcanzaba mi presencia...-Las manos recorren ahora la espalda hacia arriba, hacia abajo, y la cintura se reconforta -blancas las paredes, blancos los uniformes de las enfermeras, blanca la mente, y el ruido blanco, esas interferencias por ignotos caminos blancos, hasta que al final lo llevan.
-¿Y hoy? ¿Qué sucede? -presiona suave, y acaricia frente, manos y pecho, donde late fuerte el corazón. Se detiene y la mira.
-Quiero ver pececitos de colores en el mar cálido, sin apuro.
-Tendrás que detener esa vorágine que hoy te lleva. Hay rigidez de espalda, de columna, tenés que dejarte amar.
-Es así, de tanto hacer indefinidamente, estoy ahogando lo placentero. Siento que el dar no me es retribuido, y el repartir el amor en dos amores que no se reconcilian, mne resiente más y más.
-Descansa, reposa, no te apures. Toma las decisiones con calma y espera recibir las recompensas que te mereces. No hay que demostrar nada a nadie, ni buscar culpables. Tus desafíos tendrán que orientarse a equilibrar cuerpo y alma, sin por ello sostenerte en la fina cuerda de los equilibristas.
-Siento ahora que puedo extraer la espina incrustada en mi piel. Ya va saliendo.

sábado, 10 de marzo de 2012

Diatriba con especulaciones dialécticas

Hace cuarenta mil ochocientos setenta y cuatro años, dos meses y cuatro días con dos horas y pico que vivo, a través de generaciones perdidas en la prehistoria, para llegar a este momento.
¿Y tanto se esforzaron para sobrevivir, para hacer las cosas cotidianas un poco mejor que ayer? ¿Para mejorar sus ahora ridículas herramientas? ¿Para llegar a este momento?
Me pregunto qué sentido tiene toda esta vida de peces, de gatos, de plantas, de batracios y de gente. ¿Adónde se quiere llegar en el tiempo? ¿Será nomás que el único fin es la satisfacción de lograr la vida, de "estar vivos" a través de sí mismo, como trillones de pequeños egoísmos felices, con sus respectivas minúsculas existencias?
Y creo que está bien.
Muy poca gente se da cuenta, recapacita, es conciente, que está viva en este momento y que nunca más lo va a estar en el futuro, como nunca lo estuvo antes, por toda la eternidad. Si comparamos con los que vivieron antes y nunca más lo harán, se darían cuenta que son tan infinitamente privilegiados, como infinita es la eternidad.
Ahora bien, sabiento esto, se está igual que antes. Y eso está bien.
Se pueden hacer muchas deducciones e incluso algunas que aparentan ser muy acertadas, pero todas las hacemos desde nuestro limitado medio, que es el hombre. Como si uno de esos peces que viven en las fosas marinas, hiciese razonamientos acerca del universo. Y sin embargo, su valor como ente es igual a cualquier otro, ocupa su lugar en ese universo que conoce. ¿Será por eso esa angustia metafísica que nos sobreviene, cuando nos preguntamos por qué, para qué, cuándo, dónde, cómo...?
Y eso está bien.

viernes, 9 de marzo de 2012

Cortezas de arrayán, de plátanos, de abedul

Sacar la cáscara seca de los plátanos para ver la lisura verda claro que renacía debajo en primavera, era mi obsesión. De chica, niña traviesa, también me divertía al sacar las cascaritas de la rodilla magullada o de los brazos lastimados, para ver la sangre que manaba. Qué placer chuparla, y al día siguiente ver la nueva piel renovada, como una nueva protección.
-¿Otra vez te lastimaste, Silvita? ¿Qué manía es ésa?
Los trapos humeantes, fomentos embebidos en té de malva, insistencias de mamá, daban buenos resultados.
Donde vivo no hay plátanos, pero sí hay un arrayán frente a mi ventana y un abedul en mi jardín. Me entretengo y mientras pienso, rasgo las cortezas anaranjadas canelas, al final del verano, cuando sus florecitas blancas ya se están marchitando. Y disfruto quitando la cáscara blancuzca y deshilachada del abedul, mientras el polen amarillo vibrante se esparce volando y se deposita blandamente sobre todas las superficies. Los alérgicos estornudan sin parar.
"La cáscara guarda el palo", dicho popular, que como un escudo nos defiende. ¿De qué? ¿De las agresiones externas? ¿De los amores egoístas? Las varias capas del corazón protegen al latido intenso, impulso vital. Sístole, se contrae. Diástole, se relaja. La aurícula izquierda, lo aprendí, alberga las emociones, los pudores, el optimismo, lo más preciado. 
Cada vez que desprendo una cáscara, una piel, una corteza, es como intentar develar lo más recónditro y exponer sentimientos "a corazón abierto"... pero queda sólo en el intento.
¿Qué antigua remembranza me viene hoy a la cabeza, quién sabe?
-Ésta es el alma y cada raya, es un pecado, hasta que el alma se pondrá negra -decía la monja en catequesis, mientras dibujaba un  corazón que poco a poco iba tapándose de rayas -Y ahora, ¡a confesarse!
-Los pecados son costras que recubren las heridas -pontificaba con siete ingenuos años.
-Hay una pulsión constante entre el hemisferio derecho y el izquierdo -Gabriela me decía hace unos días.
-Sí, otra capa más arriba, superpuesta, una cicatriz, no deja salir todo lo que se siente y eso cuesta lágrimas negras y dolor, acá, en el costado, que se agarrota como un puño -le digo- y el corazón ya no es un terciopelo suave; es una tela ajaqda por tantos rasguños permanentes, para descubrir las entretelas del alma.

Escena enésima del teatro del taller de educadores.
Una coordinadora, como asistente de dirección.
Una observadora, como asistente de iluminación (de ideas)
En círculo, los participantes asumen cada uno un rol diferenciado.
Cada vez, Silvia, adopta el perfil de los que se tiran a la pileta para exponer una problemática educativa y tentar, inferir el análisis pedagógico. Una exposición a medias, que no termina de involucrarla en su interioridad, en su persona, en su ser docente.
Los otros, como oyentes pasivos, sólo atinan a argumentar, teorizar y promover deducciones, inferencias, inducciones y transferencias.
Todos, al fin, simulacros en cada acto, que resguardan la endodermis de los sentimientos, lo que no se dice con hechos. Sólo el hemisferio izquierdo se pone en evidencia, lo conciente, el raciocinio, la lógica. Corazón frío. Pecho caliente.

Una mano tibia sobre la mano del otro. Una mirada en lo profundo de los ojos, de ésas que miran adentro.
Una caricia suave sobre la corteza fría y rugosa de un pecho que no late.
Un palpitar acompasado junto al otro corazón.
Pecho frío. Corazón caliente.

Esa nuez, el cerebro duro es una corteza rígida que hay que despejar para ver tosas esas circunvoluciuones e intersticios que no dejan  expresar las sensaciones, el inconciente, las intuiciones. El lado derecho se resiste, se tapona, no fluye. ¡Hay que buscar una salida!!

La sangre no circula, las arterias se taponan y una trombosis indica.¡Basta!
Antes, una vez la sangre sí corrió y el embarazo quedó interrumpido No hubo el hermano esperado para las hijas.
Después, mucho después, hubo mucha sangre, cuando él la expulsó en un balde y yo, al borde del desmayo, me arremangué y lo quise hacer incorporar, pero no pude. Le pedí ayuda al vecino de la vuelta de la esquina. Parece mentira, cuando uno necesita una mano, no hay nadi. Era un día soleado, de esos luminosos qwue invitan al paseo. Adentro, todo era oscuro con olor a enfermedad. Sudor frío de sufrimiento. Y la muerte, mucho más tarde.

Hoy, los anticoagulantes ayuda a que la sangre, mi savia, fluya. Ironías de la vida, como carcajadas burlonas.
Dos amores, irreconciliables, como dos enemidos, de momento, me espolean. Un amor filial, familiar, de la sangre, y un amor intenso, amante, tardío.

A Tupac Amaru quisieron desmembrarlo los españoles. De piernas y brazos tironearon los caballos. No lo consiguieron. Optaron por cortarle la cabeza.

domingo, 4 de marzo de 2012

Metempsicosis (última entrega)

no le comentó a mis hijas la saga de Siegfrido y Brunilda y las walkirias injuriadas ni las leyendas de esos bosques impenetrables de hayas del Oden Wald y los robledales llenos de misterio plagados de enanos gigantes dragones custodiando castillos de lobos de brujas de osos y de uros que daban miedo ni siquiera el cuento de Caperucita Roja en una versión perversa les contó

-¡Eh! te tomás los mates vos sola!

otra vuelta para no encontrarse con la consuegra la otra la finoli que hablaba francés y tocaba el piano todo barroco art decò la vio que llegaba a visitarla a su casa tengo una casa de piedra frente al lago había fanfarroneado se escondió debajo de la cama escuchando y luego salió con dos valijas ah justo me estoy yendo a Buenos Aires estoy apurada tengo que tomar el tren con un beso fugaz le dejó el libro del cacique del país de las manzanas para que se entretenga y conozca algo de esta región...
¡Uf! Ya se me secó el garguero de tanto hablar.

-Me habías contado que se murió sentada en el inodoro de tu casa. Una colitis imparable!

-Sí, ya vamos finalizando. Me quedé pensando en la metempsicosis. ¿En qué habrá transmigrado? ¿o se quedó en víbora nomás? -Silvia se reclinó en el sillón y se adormeció en un lento sopor.

sábado, 3 de marzo de 2012

Metempsicosis (2º parte)

como cocoliche germánico contaba las aventuras con su novio en el sidecar amarrada a la moto con sus tablas largas de madera en los senderos del bosque hasta llegar al castillo de Frankestein en la Selva Negra y de cómo su madre le partió el fiolín en la cabeza cuando se enteró de que en vez de ir a las clases de violín se iba de andadas con su amante y quedó embarazada bochorno familiar y una transgresión a la moral y a las buenas costumbres de la época Mein lieben got! ese cuadro que está ahí con el ciervo de seis astas mirada triste y fondo verde lo pintó Phillips el hermano menor antes de ir a la guerra y ella con lágrimas chorreando por su rostro cansado pocas veces la vi llorar relataba que con los otros hermanos seis iban a Eberstrasse viendo a los sobrevivientes rumbo al Marienhospital que llegaban emparchados con muletas de palo de cerezo con trapos ensangrentados seguro que eran los mismos algodones que las niñas hacían en la escuela deshilachando telas viejas para el campo de batalla rengueaban casi todos muchos y ellos se apretaban las manos esforzaban la vista para verlo regresar pero Phillip no estaba y nunca llegó y el primo Gerhart vino una vez a visitarnos y se comía con fruición la pila de empanadas picantes que yo había freído recién y pedía wassersprudell espumante que tanto le gustaba y ella decía qué lindo muchacho se parece a Alejantrito ¿vaistu? como Román el novio de Paty un amor de verano en la playa siempre estaba halagando a los varones de la familia no a las mujeres que decía que eran todas unas arrañas pero estuvo a mi lado después que nació Catalina yo sola dándole la teta escuchaba las sirenas bocinazos y petardos de la noche vieja y del año nuevo 1985 yo no tenía a mi madre que me acompañara ni cuando me peleaba con Martín no podía decir me voy a casa de mi mamá que estaba lejos no y tampoco podía ir a la casa de mi suegra que no la elegí yo no pero ella me trajo un licuado de bananas y yo tenía un hambre... y me dijo si Ud. tiene hampre es porque está sana tome y que le aproveche gracias dije yo a ella no le gustaba que le regalen nada para no tener que agradecer qué olor a monja dijo cuando en el horario de visitas llegó una samaritana de atuendo negro a visitar a la enferma de la cama de al lado y después nos dijeron que teníamos que sacarla de la clínica y la llevamos a casa no tomaba las pastillas de carbón con el dedo hacía debujitos negros en la pared blanca nubes flores o las tiraba debajo de la cama y transpirando hablaba del rosal de la casa de Olivos que vendió y se vino a Bariloche porque las montañas se parecían a las de su páis tenía otro rosal frente a la ventana que tanto había crecido que le tapaba la vista del Nahuel Huapi entonces agarró un serrucho oxidado y sin filo para podarlo pero la escalera se deslizó y cayó suavemente un esguince de muñeca a los 89 años no es nada y en sus pesadillas aparecía su hijo Buby el que había nacido en Alemania y entre las bombas de la Revolución Libertadora del '45 saltó al Ford T negro descapotado que estaba en marcha y se lo llevó salvándose entre los estruendos y explosiones acá y allá después más tarde se murió de un infarto navegando cuando una sudestada lo agarró solo en pleno Río de la Plata y el barco se bamboleaba y no podía achicar el agua que entraba porque tenía que virar ojo con esa roca y crash y el viento estaba cada vez más fuerte hasta que el río amarronado y turbulento lo depositó en las costas de Carmelo y yo pensaba cómo habrá sufrido cuando murió su hijo mayor entonces le llevábamos a Magdalena para que la cuide mientras con Martín íbamos al Cerro Otto a esquiar entre los árboles nevados y la vieja para no ocuparse de su nieta que dormía la tapó con un pañal de tela para que no se despierte y así ella podía fumar tranquila y leer los diarios viejos con la lupa tampoco cuidó a la chiva que le llevamos de regalo porque la chiva busca el monte y se fue por el cipresal de Monte Lindo una vez la dejamos a Magdalena para que se quede con ella una semana por vacaciones y la abuela mala abuela la tuvo todo ese tiempo sentada en la bacinilla hasta que le enseñó a avisar ya no tenía que cambiarle los pañales ni lavarlos así que cuando regresamos la chiquita ni nos quería mirar nos daba vuelta la cara porque la habíamos abandonado con esa abuela que le tocó en desgracia...
-Dame otro.

viernes, 2 de marzo de 2012

Metempsicosis (en tres entregas)

Los recuerdos son como retazos, esquirlas de la memoria de un espejo trizado que explotó. Siete años de desgracias, dicen.
Cuando conocía a Ketty era una viuda casi anciana pecosa peligrosa uy! un lapsus quise decir pelirroja de canas y delgada pero de formas sinuosas coqueta era entonces para que no le vean la cara arrugadísima iba en el colectivo agarrada del respaldo del chofer y de espaldas a los pasajeros todos la admiraban vestida color mostaza remera y pantalón al tono ah! me acuerdo que en la terraza de Libertador mostró sus habilidades atléticas hciendo la vertical y caminando patas para arriba y yo para no ser menos la acompañaba. Ah! deme unas patadas le dijo al verdulero de veras quiere que le dé unas patadas sí son tan sanas las patadas suavisando transformaba la b por la p y cambiaba la t por la d déme ésas de cáscara colorada recién cosechadas las otras se pudren muy rápido Ah! bueno ahora sí nos entendemos Filla Pallester decía el papelito que le extendía al colectivero para ir a Villa Ballester donde vivían recién llegados tenía un perro viejo y flaco que se llamaba Wolfi lobito y como ya no le servía como compañía ni como guardián le caminaba encima alfombrita hice kirsh licor de guindas y nos convidaba para calentarnos frente a la chimenea de Quinchahuala había que taparse la espalda con una manta porque el frío te calaba los huesos mientras sacaba unos recortes de diarios amarillentos y leía las noticias subió el precio del combustible falleció el locutor de informe blanco el que transmitía por radio todo el mundo del esquí del Cerro Catedral y tmbién tomaban ginebra bien beodos se ponían mientras yo tragaba caramelo tras caramelo que sacaba de la caramelera lo único que le quedó de la herencia de Alemania amapola roja plumencorn azul y espiga de trigo amarilla habrá escasez de papas y entonces cuando viajó en tren a Buenos Aires llevó una bolsa de papas y al descargarla y ponerla en el Jeep de Martín se rompió y se llenó de papas el piso de Retiro y los viajeros se enojaron con sus maletas para esquivar una papa aquí ydos más allá rodando. Ah! el Conde Covielo de Mar del Plata sobretodo negro volados y muletas le faltaba el parche de pirata aunque no tenía un peso partido al medio preparaba un manjar e invitaba a Martín unas papas au vine una exquisitez que acompañaba eso sí con espumante del Rhin un sibarita ése. Ajj! deja ese quiso que traje lechón adobado y leverwurst y queso cammembert que le compré a la gorda Ingrid la cachetona de la fiambrería alemana y de postre apfelstrudel algunas veces y otras veces selva negra después comía sólo papas que hierfí  para tener y comía lechuga amarga silvestre diente de elón que cosechaba de su jardín y así se pasaba quince días hasta llegar al día de cobro de la jubilación iba caminando ocho kilómetros hasta el centro con la cara llena de hollín en los poros  y las uñas negras encoradas y largas pero eso sí labios rojos de carmín para coquetear contaba que cuando era chica las hermanas debían hacer la guardia del dulce de ciruelas en el sótano donde guardaban el carbón del Ehur durante toda la noche revolviendo continuamente para que no se queme y como le gustaban las cebollas fritas una delicatessen  le cumplía el turno a su hermana Mi si le cocinaba ese manjar eso me decía mientras patinaba entre las góndolas del mercado gigante en el sector menages y yo temblaba porque parecía un elefante en un bazar mirra esos son austríacos qué asco decía sin disimulo y al salir veíamos los Falcon verde oliva sin patentes que parados en el semáforo de Libertador iban a Olivos lentes negros apuntaban sus armas que asomaban por las ventanillas y daban miedo como cuando nos revisaron y controlaron los documentos en Plaza Francia en la feria donde Rodolfo vendía artesanías en cuero cinturones carteras y Movicom y todo eso un vivo el flaco ése que le hacía compañía a la vieja para que le preste el Isardt modelo 60 que se había comprado ella no sabía manejar pero se sentaba al volante imaginando que conducía dando la vuelta al perro por la Mathildenplatz antes de la destrucción
-Dame otro mate.