miércoles, 22 de junio de 2011

Cuando la naturaleza manda (última parte)

Como una figura espectral, la luna está apareciendo detrás del cerro, misteriosa y fantasmagórica, esforzándose para mostrarse entre la bruma. La cortina de un cielo acerado no deja ver las estrellas, que tal vez, están ahí arriba.
Hacía días que la familia Huayquil no veía ni el sol, ni las estrellas, ni la luna, sólo una "garúa" de polvo en suspensión, que se depositaba sobre el caserío, sobre la arena caída, sobre los ñires y los cipreses, sobre las piedras. También sus cuerpos fuertes aunque trajinados, se doblegaron al querer barrer todo lo que venía del cielo, hasta cubrirlo todo. Aquella vez, los perros corrían en círculos concéntricos alrededor de las casa, algunos aullaban como aullaba el viento, los pájaros negros volaban sin concierto y las gallinas se apuraban  para refugiarse bajo el tinglado. La tarde se fue oscureciendo con lentitud. Se oían en el cielo estruendos potentes como truenos de una tormenta de verano, aunque esta vez, las nubes eran negras y avanzaban con el rugir del temporal. Sobre la pantalla oscura estallaban colores vibrantes, morados, rojos, violáceos y el cielo parecía cortarse por muchas cuchilladas amarillas, indecisas  y trémulas, a manos de un pendenciero del averno. Un paroxismo de estrépito, relámpagos, chisporroteos y rayos cósmicos en torbellino. La tarde se hizo noche y se encendieron las luces de las esquinas.
A los barquinazos, el camión avanza tras la caravana de vehículos cargados de bártulos,  de angustias, de jaula con gallinas, de esperanzas. Sarita aprieta contra su pecho su muñeca más querida, a la par que Alfredo, su padre, aprieta los dientes y avanza lento, como la tristeza que lo invade desde aquella jornada aciaga en que el día se hizo de noche y llovieron cenizas, arena y piedras livianas, hasta cubrir el verdor y las hojas otoñales, las orillas, los ríos y las playas.
Candelaria, la madre, en silencio, no puede hablar, porque los sollozos le cierran el pecho y las lágrimas se derraman hacia adentro, como para ablandar ese corazón aguerrido, que la lvida y las inclemencias le habían endurecido. No logra mitigar esa pena tan honda.
Aunque se queja y ruge más de la cuenta en las trepadas, el viejo camioncito todavía responde. Llevan al cabrito recién nacido que Sarita alimenta todos los días con mamadera, el perro Sultán y Palmira, la oveja vieja. Un piño pequeño quedó por allá, no se sabe dónde. No pudieron rescatarlos de la hambruna y la sed. Estarán intentando sobrevivir, encontrar una brizna de pasto o un charco de agua. Todo eso va pensando Alfredo.
Ayer habían tomado la decisión y siguieron el camino de sus vecinos, los Trahuan, que también se autoevacuaron.
Cientos de truchas enarenadas quedaron en la costa de Playa Mansa. Ellos habían esperado ayer, hasta que salieran los buzos que se habían aventurado en el lago, sorteando la capa gris que flota.
-No tendremos agua por mucho tiempo. Las tomas están taponadas de arena.
Tampoco llegaron los camiones prometidos para proveerlos de agua y de alimentos. El techo de tejuelas enmohecidas de la casa de madera se ha desplomado, como les pasó a los Vasquez, a los Troncoso, y a muchos más. Los otros parientes podrán alojarnos por un tiempo, no se sabe cuánto. Todo eso va pensando Candelaria.
Se cayó el techo de la escuela, donde está la salita de cuatro, y no hay agua, y la seño no puede ir, porque tiene que cuidar su casa. No voy a ver más a Agustina, ni a Felipe, ni a Rocío. Todo eso va pensando Sarita.
La luna se ocultó otra vez, definitivamente, y la noche parece cada vez más tenebrosa. No hay augurios de bonanza. En la radio habían dicho que la capa de arena navega por el Nahuel Huapi, va hacia el río Limay y hacia la represa hidroeléctrica. Eso puede causar efectos negativos e impensados en las turbinas.
-Agua tan pura, no la tenemos ahora -dice el padre quebrando al fin el silencio -La Madre Tierra se ha enojado porque el hombre no la cuida y la destruye haciendo tantos inventos modernos...
-Y sí, encima, estamos a merced del viento.

martes, 21 de junio de 2011

Cuando la naturaleza manda (en dos entregas)

Cuando la naturaleza manda
La tarde está plomiza y calma. Las clases están suspendidas y se adelantaron las vacaciones de invierno. Como tantos otros adolescentes, Nico y Marcos están desorientados. En la Playa Brava están mirando hacia el oeste. Se entretienen observando ese lago que ahora les resulta extraño; ya no se ven las aguas azules y transparentes, ni la playa de rocas. Muchos metros más allá del muelle, que ahora está tapado, sobre el agua quieta, se ve algo así como una plancha de cemento. Dos barcos anclados parecen adheridos a ella, pero es la arena y la ceniza volcánica que flota inerte. Momentos antes habían caminado por el bosque de la angostura.
-Parece un paisaje lunar -dice Marcos, levantando un puñado de piedra pómez, sopesando su blandura.
-O un bosque en pleno Marte; mirá los árboles grises y con los ganchos caídos -dice Nico.

Es como si en una película en blanco y negro, el director nos hubiera cambiado el verde por el gris y los rojos, naranjas y ocres hubieran sido tapados por una pincelada gruesa y desprolija de un pintor delirante, que se cansó de copiar la naturaleza.
Ellos miran hacia el oeste, como si esperaran una respuesta en el cielo, o a un Mesías. Es como si, tras el resplandor del sol que se esconde, pudieran averiguar qué pasará después, mañana, dentro de una semana. Quisieran preguntarle a la montaña del otro lado de la cordillera ¿hasta cuándo? ¿por qué tanta furia?
-Ayer también se fue la familia de Catalina, porque del otro lado del lago ya pasó el peligro... La vamos a extrañar a la flaca.
-Sí, ayer fui hasta lo que era su casa y no encontré nada de ella, que pudiera recordármela; sólo tablas y chapas encimadas entre la arena y los árboles quebrados -Marcos aprisiona en un puño una piedra, llamativamente más grande que las otras -La guardaré.
-Ya pensé, que cuando todo pase, voy a montar un negocio para vender recuerdos del otoño de 2011, la lluvia de arena y las piedras enfrascadas que cubrieron la playa y el lago... ¿yo qué sé?, fotos y postales con imagenes de antes y después -sonríe Nico con una mueca triste -Vos serás mi socio, porque de algo tendremos que vivir, ¿no?.
Desde el zaguán de su casa, la señora del jefe de correos está sentada, exánime. La impotencia se refleja en su rostro. Ve pasar un camión municipal cargado de arena, un perro extraviado y el camión aguatero. Su casa, de sólida piedra verde trabajada por expertos picapedreros, está resistiendo todavía. Se oyen algunas voces que se pierden entre la brisa, y el chirriar de la arena raspada sobre el asfalto; son las brigadas de voluntarios que intentan limpiar la Avenida Muticias, sacando arena con palas y carretillas.
En la radio a pilas, porque se cortó también la luz hace unos momentos, están dando el último parte del día.
-Continúa el alerta rojo y la emisión de cenizas.
-La fumarola ha disminuido y ahora se alza a sólo dos kilómetros.
-No se descarta que, en su proceso eruptivo, se produzcan nuevas emanaciones y posible liberación magmática por presurización del sistema -afirma un vulcanólogo, del que dicen, tiene probada experiencia en la materia.
-¿Eso quiere decir que va a venir lava? -se pregunta Ema y se amarga más aún. Hace días ha perdido su sonrisa cálida.
-La pluma del volcán está regresando a Chile desde el Océano Pacífico. Podría haber incremento de la actividad volcánica -continúa el técnico del Departamento de Geología y Minería.
-Siguen cancelados todos los vuelos programados hacia la Patagonia -menciona un notero desde Buenos Aires.
-"Un fardo para tu hermano" -es el lema de la campaña de ayuda a los pobladores rurales de la línea sur.
-A lo largo de mil kilómetros, la cordillera de los Andes cuenta con sesenta volcanes apagados -dice otro locutor -Y nosotros, aquí pensábamos que vivíamos en la pampa húmeda -agrega.
-Pronóstico para mañana: probabilidad de lluvias y nevadas en el sector de montañas. Vientos de direcciones variables en orientación e intensidad durante toda la jornada -anuncia el Servicio Meteorológico Nacional.
-Es decir, ahora es la naturaleza la que manda -otra vez Ema le contesta a la radio y una soledad inconmensurable, como lenta agua tibia, la va embargando, cuando comienza a oscurecer.

viernes, 17 de junio de 2011

Introspecciones IV (última entrega)

los alumnos que trabajaban con los medios escribían sobre violencia las dos caras de la ciudad la pobreza las drogas y les publicaban sus notas porque no todos los adolescentes son vagos desinteresados y sin criterio y también sobre drogadicción y alcoholismo tenía un alumno de 4º año que vendía porros durante los recreos y muchos años después la madre me agradeció porque por aquel tiempo le avisé que su hijo seguramente se drogaba ojos rojos y cambio de conducta ella no lo notó pero después me dijo gracias él ya no se droga y vive en Neuquén pero es distribuidor en las cercanías de la terminal de ómnibus y los chicos también participaron de concursos de cuentos de arte de teatro y educación sexual mas había muchas embarazadas era como una epidemia en todos los cursos y ganaron premios también llegaron los alumnos del instituto superior de música un egresado los trajo para brindar a su escuela lo que ellos aprendían y bajaron de los vehículos con toda clase de instrumentos y pensé la música amansa a las bestias y se quedaron quietitos escuchando esos sonidos y la didáctica de los instrumentos y descubrieron que no todo era cumbia y bailanta el violín y el arpa nunca antes habían escuchado esa dulce música las guaranias paraguayas y valse svienenses obertura y sinfonía evaluaron los alumnos y estaban embelezados fagot, cello, trombón, fuga y tocatta después el flautista de Hamelín no para expulsar a las ratas ni para despachar a los jóvenes los guió hasta fuera de las paredes de la escuela con música de la India y como algunos no se iban pidieron otro bis y se oyó desde el el fondo un joropo venezolano y el caballo de la sabana ese caballo viejo los dejó huérfanos de música y de utopías como cuando llegaron los familiares de los desaparecidos a contar esa historia tan nefasta que los chicos no conocían muertes vejaciones y torturas pero sí sabían de desfiles de moda y pasarelas para elegir a la reina rey príncipe y princesas y miss simpatía entre los juegos y premios del día de la primavera y del estudiante y algunos estudiaban otros no pero la escuela se transformaba en un ámbito protector para esos chicos que no tenían ninguna clase de apoyo porque son huérfanos de padres ausentes de besos de afectos pero sí de los docentes y directivos y porteros que también actuaban con osadía y buena onda porque la verdad es sólo un cabo suelto de la mentira dice Sabina pero en la actuación sí y bueno chicos se terminó la fiesta ahora hay que arremangarse y ordenar y limpiar porque hay que dejar limpio que vienen los de la tarde y ponerse la camiseta de la escuela y...

-Silvia, veo que al final no todo fue tan difícil en su experiencia docente.
 Seguiremos en la próxima sesión. ¿Qué le parece?

Introspecciones IV (en dos entregas)

Hecho de sangre en una escuela secundaria decía el titular parece que la sangre está siempre conmigo me acuerdo cuando al finalizar el turno una cuchillada certera en el brazo de un alumno que salía frente a todos el agresor vino asestó la puñalada y se fue impune y algunos profesores asistieron a Pedro yo no él estaba caído un torniquete con una toalla y en un solo acto fue cargarlo en el auto del profesor de Geografía hacia el hospital y habían pasado únicamente tres meses desde la flamante dirección y fundación de la escuela un flemón me hinchó la cara deformándome el lado derecho y dentista y todo hasta poder constatar que la operación había dado buenos resultados cinco horas duró pero el brazo de Pedro se salvó y la policía y declaraciones de los testigos más la asamblea de padres hay mucha inseguridad decían no puede ser que nuestros hijos estén en riesgo cuando van o cuando salen de la escuela nos prometieron custodia policial en el ingreso y egreso pero ¡ay! no tenemos efectivos ni nafta para el patrullero y bueno entonces que cuiden los porteros pero no porque en esos horarios están limpiando para dejar todo pulcro para que ingresen los de la tarde y la otra directora nos regañó porque no pasamos kerosene en el patio central  no tenían en la estación de servicios entonces la próxima vez que nos traten de sucios... así no hablaremos más y nota va y nota viene me dirijo a Ud. y la saludo Atte. y llegó el subsidio de la municipalidad y el cerco perimetral no se concretó aunque se habían comprometido las autoridades de educación y entonces cada mañana encontrábamos rastros de los malvivientes que pernoctaban alrededor y habían destrozado a pedradas nueve o diez vidrios luego de tomarse unos cuantos vinos y los envases quedaban tirados junto a la puerta de acceso aguantadero eran las sombras de los álamos contra el paredón del fondo y encontrábamos botellas de cerveza vacías y preservativos y bombachitas y algún borracho que quedaba dormido en la mañana y los artículos de limpieza que no aportaba el área de suministros pero sí la folletería con consejos para prevenir el Hanta Virus y el desmalezamiento los coli-largos y el boquete en la pared de la dirección por donde robaron el fax y dos computadoras más la impresora y otra noche forzaron una ventana y se llevaron una guitarra y las flautas dulces y varios grabadores de periodista y la cámara de fotos nueva que habíamos comprado con fondos para desarrollar el proyecto de el diario en la escuela entonces los chicos publicaron correos de lectores tarde llegó la desratización de la IV Zona Sanitaria cuando las lauchas deambulaban por ciertos rincones oscuros o se paseaban orondas entre los pies de las alumnas. ¡Ay! y escandalizaban subiéndose a los gritos sobre las mesas y el escritorio de la profesora todos sufríamos de una ignorancia supina y cómo proceder con ese docente que llegaba sucio manchón de grasa en el jean y olores variados a humo a comida a sudor y otros efluvios provenientes de las partes pudendas o los pies y tenés que bañarte le dije un profesor debe estar presentable además que las chicas se alejaban del profesor joven simpático pero roñorso y con su mejor sonrisa de conejo oliéndose los sobacos confirmó y dijo sí y vino limpito unos días pero después renunció y otra vez por propia voluntad otro profe cuando le dije que iba a intervenir la supervisora por sumario pedagógico entonces renuncio dijo y otra vez llegó uno de Física con olor a bebida blanca y negándose dijo que era el olor del medicamento que el dentista le había recomendado aunque el olor a alcohol tapaba la halitosis que emanaba entonces tuvo que renunciar yo no lo eché fue por propia decisión o por vergüenza y no fui hipócrita

martes, 14 de junio de 2011

Pastoril y contemporánea, una égloga (última parte)

Fresco y verde prado,
rumor de agua que pasaba
Efluvios de flores de primavera. Se retuercen, se lamen y se contorsionan como pulpos salados.
Se repelen para encontrarse después bajo el sol, o en la sombra.
Se confunden y perturban a los pájaros curiosos.
Se marean en los fluidos que emanan y magnetizan.
Se reconocen con sus lenguas tensas y calientes.
Juan y Silvia.
Las manos palpan y se hurgan en los huecos, en las protuberancias, en los valles del éxtasis.
Se hunden en la pasión y los gemidos se exaltan, hasta estallar en aullidos de explosiones eléctricas.
Un ciervo intrigado detiene su carrera para olfatear contra la brisa, y escuchar, orejas enhiestas, lo que perturba la quietud del paraíso.
Ya los enamorados se acallan y las tensiones se aflojan. Néctar que repara. Miel que compensa. Goce de la vida en plenitud.
Mientras, dónde está Salicio? En la duermevela de la penumbra, él sueña.
¡Oh, claros ojos!
¡Oh, cabellos de oro!
¡Oh, cuello de marfil!
¡Oh, blanca mano!
Fiebre de las entrañas. Se pregunta:
¿Dó estás agora, Galatea?

Cuando en en aqueste valle
al fresco viento,
andábamos cogiendo 
tiernas flores.
Salicio, el cuidador de ovejas, se estremece, se incorpora y con su mano se protege y escudriña, allá, hacia el oeste, donde el sol parpadea entre las hojas.
Si mi turbada vista no me miente,
paréceme que vi entre rama y rama
una ninfa llegar a aquella fuente.
Sí, es ella. Es Galatea, la doncella, que va sumergiendo sus blancos pies en la fresca agua. Hacia allí va Salicio y la encuentra, la sorprende y la abraza a traición. Ella, pudorosa, se arrebola. Es el olor de su amado, el sudor viscoso, el aroma del heno y del estiércol, y lo reconoce por la tosquedad de sus manos callosas. No lo desdeña, lo recibe y es tal la urgencia, que el mancebo quita el burdo ropaje y descubre su torso robusto y sus piernas fuertes. Ël, recoge la falda floreada y ve las blancas carnes, a la par que, afloja el tenso corsé que ciñe su cintura breve.
Ni el rumor del Tajo, ni el balido de las cabras en los riscos, pueden detener tanta prisa. Ya no más el soliloquio del pastor, ya no más el desapego. Los cuerpos dialogan sin palabras. Salicio y Galatea se brindan en un fuego candente y ofrendan al amor, hasta aplacar tanto ardor contenido, durante tantos desencuentros.
La pradera los cobija y se dejan arrullar en el sopor de la siesta.
Los amantes de otro siglo se distienden y ven a Silvia y a Juan que llegan al paraje "La horqueta", donde confluyen el arroyo Las Minas, por la izquierda verde, y por la derecha, el nacimiento del río Chubut, entre cerros de roca viva a pique.
Galatea saborea unas frambuesas cultivadas, que Silvia ahora recoge en una canasta. Las frutillas rojas maduras allá, en la granja. El morado de las zarzamoras mancha sus bocas sedientas.
Salicio se afana en cosechar las lechugas verdes y los grandes zapallos. Juan lo observa aspirando la nitidez del aire transparente, al pie de Piedra Pintada.
Gansos, patos y avutardas compiten con gallinas, conejos, chanchos y caballos.
Salicio descansa, porque su ganado ha sido arriado ya.
Ellas van trepando la cuesta hacia la alta roca. Cabeza de Indio, le dicen. Ríen y conversan a puro vocerío. Galatea arremango sus enaguas, y sube.
Mientras, Salicio, recostado, mordisquea una pajilla y observa el vuelo en círculos de alas recortadas como dedos. Es el águila mora, allá, donde aparecen esas nubecitas blancas y regordetas.
-El cóndor, en cambio, planea según los vientos de altura -Juan le explica al visitante -Vayamos, amigo, a ver los nidos en la Piedra Sentada.
-No, mejor busquemos a las mozas, que no las oigo más, se han alejado.
-Sí, llevémoslas al puente colgante, para ver desde arriba cómo corre el arroyo.
Por una extensión de sesenta metros, los cuatro recorren el puente y admiran las aguas transparentes.
-Es un martín pescador, aquel pájaro que se zambulle para atrapar a las truchas -Silvia comenta.
-No es la negra corneja que espía desde un roble en las orillas del Tajo, al atardecer.
-Este es el arroyo "Las Minas".
-Aquí llamamos lechuza al ave que chista desde las sombras, al atardecer.
-Aquel es un pájaro carpintero, ¿lo ven?
-¿Oyen el picoteo sobre el tronco? Toc-toc...
El rumor de las aguas abajo, invita a disfrutar del silencio.
Silvia, Juan, Galatea y Salicio se acodan en la baranda de tablas y sogas, y meditan.
-¿Qué será de Nemoroso y Elisa?
-¿Y de Camila y Albanio?
-Traigo en el talego un animalito de largas orejas, un conejo, tal vez, para poner al fuego.
-¡Ah!, es una mara patagónica, muy rica para degustar.
-Salicio, saca tu bota de vino.
-Brindemos por el encuentro.
-Y por el amor.
-¿Armamos las carpas allá, en aquella explanada? ¿Les parece?
-¿Te refieres a las tiendas? De acuerdo.


 

Pastoril y contemporánea, una égloga (en dos partes)

La idea de los dos era recorrer el trayecto hacia Arroyo Las Minas. La Patagonia cautiva a todos, y ese paisaje, en especial, por la variedad de atractivos. Tramos de estepa árida, donde el único verdear lo aportan los pastos amarillentos o grises de los pajonales y los neneos, alternan con otros, junto a las vertientes o los arroyuelos, como si la naturaleza se esforzara para mostrar la lujuria de pastos tiernos y verdes intensos, salpicados por pequeñas flores de los más asombrosos colores.
-Te paso a buscar a las nueve -es la invitación a la aventura.
-Llevo la mochila y la carpa.
-Y yo cargo la vianda y el agua.
Hace falta prevenir. Los preparativos auspician una jornada agradable, que seguramente no se olvidará.
Ella, enfundada en un corto pantalón color caqui, delgada, de piernas largas, aún conserva un aspecto juvenil, el que solía tener antes de los cincuenta años. Una musculosa azul deja ver su espalda y sus hombros torneados y sedosos. Un rostro alargado, surcado por tenues líneas, se enmarca en los cabellos suaves y rubios. Sus ojos azules, van mutando, según se presente el día, luminoso o nublado. Más azules, o más grises, acompañando la risa fácil, o la mirada triste. Transparente, de mirada franca, Silvia es soñadora y optimista.
Él, delgado, de cuerpo atlético, también mantiene una envidiable juventud, aunque haya superado ya el medio siglo. Viste remera negra, bermudas al tono y gorro con visera. Moreno, de piel cetrina; unas líneas del tiempo van sugiriendo el carácter de mentón y frente altiva; sus ojos negros transmiten, alternativamente, paz o una contagiosa alegría de vivir en plenitud. Juan es franco, frontal, muy realista, pero un soñador, al fin. Alta sensibilidad de corazón caliente.
Ella, en mi corazón
metió su mano 
que ha sido su nido
y su morada.
-Te amo.
-Y yo, más.
-En la próxima curva está el desvío.
-Vayamos despacio. Quiero beberme todo el paisaje.
Ya se aprecia el campo solitario de la estepa. Algunos pinos comienzan a bordear el camino de ripio.
Un sol esplendoroso va templando la mañana de primavera.
Aquí, una robusta y verde encina
Allá, un alto pino o roble.
Y en sus copas,
zorzales, tordos, mirlos.
Los teros, al lado de un mallín, alertan a sus crías y despistan a los paseantes. Una laguna pequeña, a lo lejos. Las manchas blancas se mueven, y no es espejismo, son cientos de garzas remoloneando en la orilla.
Es el blanco cisne
que en las aguas mora.
Ahora, el verdeazul va tiñéndose de blanco y rosa. El aire se conmueve con el aletear de las aves.
A la sombra volando
gustando tiernas flores.
Los árboles y el viento
al sueño ayudan 
con su movimiento.
Un aroma fresco de rocío y hierbabuena impregna todo el escenario. Es olor a menta fresca que crece junto a los hilos de agua que descienden de las rocas.
-Paremos acá, a tomar agua -ella propone.
-Sí, ésta es el agua más pura del planeta -él afirma y la abraza, y en esa afirmación, deja entrever sus ansias de disfrutar la vida en toda su intensidad.
-Te conozco la intención. Faltan veinte kilómetros todavía -Silvia palpita con el beso furtivo y corre hacia una arboleda espesa y fresca.
Vonvida al sueño
aquel manso ruido
del agua, 
que la clara fuente envía.
Ella, Galatea es una doncella de edad florida.
"Un amor sano y lleno de pureza"
El sol, la lumbre
por montes y por valles.
Verde valle
alta cumbre
selva umbrosa.
Salicio, arriando a su majada, razona mientras camina por el prado florecido.
Es un amor tan fuerte
y tan sobrado...
Ya es la modorra de la siesta y el seco verano de calor ardiente lo hace añorar.
Ninfas de este bosque umbroso...

El sueño con licor piadoso,
curando el corazón despedazado.
Del otro lado de la loma,   Galatea, moza fermosa, suave y tersa, va admirando en la espesura, las flores del camino.
Verde hierba, fresco viento,
blanco lirio y colorada rosa.
Y en su transitar acompasado, va deseando el agua y la frescura.




domingo, 12 de junio de 2011

La libertad, una dama sorda, estrábica, manca y renga... (última parte)

-La comisión de auxilio rescató a los aventureros que fueron a patinar en la laguna helada de alta montaña.
-Prefectura ha evacuado a más de cincuenta personas, entre trabajadores y estudiantes, que quedaron varados en la Isla Victoria.
-El lago está de un color verde esmeralda con bancos de arena. Olas de piedra pómez cambian el paisaje de la playa.
-Se necesitan fondos para ampliar la planta depuradora de líquidos cloacales.
-El gobernador ni siquiera se hizo presente.
-Hay que cuidar nuestro patrimonio natural.
-Utilizar la arena volcánica para la construcción de viviendas sólidas, no como las que construyen para los planes sociales.
-Los "okupas" fueron desalojados por la gendarmería.
-Allanan escuela y vivienda del maestro violador.
-Asaltan a médicos de la guardia del Hospital Regional para conseguir drogas.
-Rellenar las playas y tapar los aches de rutas y caminos con arena de erupción.
-Quiero ver otra vez el cielo azul y el sol!!!
-Hasta el amor se suspende; no hay encuentros, no hay abrazos, hay distancias... y cenizas.
-Tengo que cobrar la jubilación y los bancos están cerrados.
-¿Me convidás con un pucho? ¿Me prestás yerba? -y los vecinos se solidarizan.
-Retornó la luz, roguemos que no se corte el gas.
-Unos camiones con provisión de insumos para pobladores rurales, y pasto para el ganado se empantanaron y no pueden llegar.
-Mantener a las mascotas en lugares protegidos.
-Entregan colirios, barbijos, pastillas para purificar el agua, y agua mineral.
-Propongo cambiar el logo de promoción turística de la ciudad. A los símbolos del sol y de la nieve, agregar dunas.
-Llamar al teléfono... para limpieza de techos, canaletas y patios.
-Se derrumbaron techos y cielo rasos en escuelas.
-Siguen las clases suspendidas.
-Se esperan lluvias y vientos de 70 km/h.
-Dicen que la libertad es una dama sorda, estrábica y manca, que anda a los tropezones entre los médanos. Se le voló el gorro frigio, se bajó del pedestal, se quebró el brazo derecho y la arenilla la dejó sorda. Pide barbijo y colirio, pero está en bancarrota, no puede pagarlos y no se anima a hacer la denuncia en la Oficina de defensa del consumidor.

La libertad, una dama sorda, estrábica, manca y renga... (1º parte)

-Esto no es nieve. Es color gris.
-Es arena, pero no hay mar. Hay un lago quieto, expectante.
-La fumarola tiene 15 km. de altura y 5 km. de ancho -indica el servicio vulcanográfico.
Asimismo, se emiten varias recomendaciones sanitarias.
-Usar barbijos o pañuelos humedecidos en la nariz.
-No circular, si no es necesario.
-Si tiene que andar afuera, use antiparras y proteja sus ojos.
-Los loros, inmensas bandadas, hace unos días habían volado de abedul en abedul, comiendo con fruición todas las semillas.
-Los tordos negros, como mangas de langostas, devoraron las pocas manzanas que quedaban aún en las ramas más altas del manzano.
Los medios radiales y televisivos dan anuncios y los oyentes comentan.
-Si el gobierno municipal lo sabía con antelación, ¿por qué no avisó para prevenir?
-El cielo se está poniendo negro.
-Es de noche a las 16 hs.
-También, como bandadas, los fieles de la Iglesia Pentecostal anunciaba el Apocalipsis. La tierra tiembla. No hay más amor en el mundo. Es el final de un ciclo.
-Se triplicó el precio de los barbijos y del litro de agua mineral.
-Ya está cerrada la frontera con Chile y todos los aeropuertos de la Patagonia.
-Sólo por extrema necesidad, circular por las rutas a no más de 20 km./h.
-Destape las canaletas. La ceniza y la arena volcánica obstruyen los conductos.
-La televisión chilena anuncia que cambió el rumbo del viento. La cola de la nube se expande hacia el este y va hacia el Atlántico.
-Se suspenden todas las actividades administrativas de la órbita municipal, provincial y nacional.
-¡Qué bueno!, no tendremos clases -dicen los estudiantes.
-Si hay que quedarse adentro, haga actividades domésticas, como por ejemplo, mermelada de rosa mosqueta, si tuvo la previsión de cosechar la fruta.
-Se suspendieron, además, los términos procesales que estaban dispuestos para mañana.
-Hace rato que la justicia está suspendida y en estado de emergencia.
-Permanecer tranquilo en su domicilio. Aprovisionarse de velas y pilas, por posible interrupción de la energía eléctrica.
-Los sucesivos gobiernos han hecho caso omiso a la propuesta de crear un manual, un protocolo de prevención. Por ejemplo, a través del comic. Y ahora trabajan sobre la coyuntura.
-El intendente vetó la última ordenanza que promulgaron los concejales.
-Debí pensar que sobrevendría una catástrofe: hoy limpié frenéticamnete mi casa, hasta el horno, mire.
-El polvo y las cenizas penetrar a la casa por todas las hendijas y orificios. Moraleja: no hay que ser tan aseado.
-Te llamaba, pero no podía comunicarme. Las líneas por celulares están colapsadas.
-Mejor no uses ese aparato infernal, que produce cáncer, dijo la OMS.
-Voy a terminar el tejido que había empezado, y escuchar música.
-Olor a azufre. Si Ud. respira ese aire viciado, pueden perjudicarse las vías respiratorias.
-La naturaleza siempre avisa y reacciona. La tierra estaba necesitando una dosis de mineralización. Se superará la desertificación que avanza a ojos vista. Recordar Volcán Hudson, Volcán Chaltén.
-La tierra tiembla. Prestémosle atención.
-Alerta roja -continúa la información -aunque la sismicidad ha disminuído.
-No hay tregua.
-Estoy estresado. Tengo que viajar y estoy imposibilitado.
-El pre candidato Silva denuncia enriquecimiento ilícito del pre candidato Carnagie. El candidato a vice gobernador del partido por la democracia propone cambiar el nombre de las calles y colocar timbres en todos los domicilios, porque los perros atacan a los carteros.
-La justicia no es objetiva, ni neutral.
-Veinte años de prisión para un policía por abuso de autoridad.
-Piquetes y manifestaciones violentas para pedir justicia por los jóvenes asesinados.
-Hay que derribar a los funcionarios corruptos y meterlos presos.
-La contractura en las cervicales, no me deja en paz.
-Los derechos humanos están en  crisis... y las parejas también.
-Hay que elongar, hay que estirar...
-Hay que escuchar música que nos transmita paz.
-Lluvia ácida.
-Lluvia de cenizas.
-Lluvia de arena volcánica.
-No nieva. Si no nieva, ¿en qué voy a trabajar en la temporada de esquí?
-Cancelaron todos los vuelos hacia la Patagonia.
-Estamos aislados!

sábado, 11 de junio de 2011

No sé qué hacer con el nene. (última parte)

Se oyen unas voces que le llaman la atención. Una mujer joven de ropas ajustadas y escote desvergonzado entra dando explicaciones.
-Es que estábamos viendo las comparsas y las carrozas de carnaval.
A su lado, un mequetrefe bajito la acompaña y la secunda un grandulón con aspecto de agente de seguridad privada, puro músculo y tatuajes.
El hombrote mira desde arriba la menuda figura de Alicia; no es posible asociar la voz con su aspecto general. Ella no puede develar de dónde conoce esa cara torva y de pocos amigos.
-Vos, que siempre nos hablabas en la escuela, no ves que es un chiquito, y que te hizo una travesura?
En ese momento, Alicia puede recordar.
-No sé qué hacer con el nene -la madre del alumno drogado y alcoholizado, le había pedido ayuda.
En la escuela, por dos años mantuvieron al chico granujiento vestido de negro desparpajo, con tachas y con cadenas. Todavía no se había convertido en ese grandulón que le estaba hablando.
-Leída el acta, firman al pie los presentes -dice el agente. Y todo se hace con prolijidad y parsimonia de letra cursiva. Al final se oye el rasguido nervioso de la lapicera. La rúbrica de Alicia está a punto de dañar la hoja oficio de la declaratoria.
-Total, ya me perdí el programa -dice en voz alta, aunque nadie la comprende.
Es otro escenario, y no es pantomima.
Alrededor de la una de la mañana, cuando sube al taxi para regresar, al fin, a la seguridad de su casa, la madre del precoz delincuente la persigue.
-Dejá todo así nomás, no sigas. Hacelo por mis hijos -lágrimas auténticas corren por su mejilla, mientras sostiene la puerta del coche.
-Ahora esperaré la citación del juez -le dice al taxista, cuando llegan frente a su casa.
Silvia, sigue recordando la música, el ensamble de rumba y flamenco que brindaron en el "Bis". Ahora, el helado de chocolate y fresas la sigue deleitando y va desplazando, de a poco, el sabor amargo de la malta.


No sé qué hacer con el nene (1º parte)

-Nos vemos ahí, entonces. A las 19.
Las amigas habían acordado encontrarse para ver un espectáculo de música y después conversar un rato, porque hacía mucho que no se veían. Alicia y Silvia, las dos, habían transitado escuelas secundarias y ahora están en retiro obligado. Una, como directora; la otra, como supervisora.
Frente al espejo, Alicia se mira minuciosamente antes de salir. No quiere dejar al azar ningún detalle del atuendo:
pollera blanca y camisa blanca con detalles negros, simulando escritura china. Los aros y la pulsera, acordes.También las sandalias blancas de tacos altos, y la pequeña cartera completan el conjunto. Alicia es muy coqueta y muy precavida.
-Mejor voy caminando, porque es cerca -le dice al espejo, mientras cuelga el bolsito cruzado sobre el pecho, sin olvidar el celular, que llevará en la mano. Repasa la boca con un lápiz labial rojo cereza y... a redescubrir la ciudad!
En el salón, cuelgan los móviles y se expone una obra de fina sensibilidad. La música va desgranándose, mientras el público se acomoda; es llamativamente heterogéneo. Ya se inunda el recinto con los acordes de guitarra eléctrica, sintetizador y violín.
Silvia disfruta de la presentación, aunque cada tanto, dirige su mirada hacia la puerta de ingreso, para ver llegar a su amiga. Le ha guardado un lugar. Irrumpen los aplausos, luego de un blues, o un negro espiritual. Han pasado ya, una reinterpretación de Piazzola, una música árabe con danza de ombligo y caderera con brillos y sinuosidades, y una obra de rock irlandés. Cuando la odalisca baila de nuevo, entra alguien, a quien ella no esperaba, y ocupa el lugar de Alicia.
Ya en la calle, a una cuadra de su casa, disfrutando del sol, repentinamente Alicia siente que le tironean la cartera y tratan de arrebatarle el celular.
-¡Qué hacés, pibe! -lo toma de la camiseta con fuerza, y sin soltarlo, grita sin gran esfuerzo, porque eso es lo que mejor le sale.
Mientras, los otros dos chicos corren en dirección al lago.
-¡Dale, dale, pegale! -le dicen los playeros de la estación de servicio y los curiosos en corro, atónitos, admiran el espectáculo.
A un costado, la artista de termofusión compone, febril, y va mostrando el proceso creativo. Un ensamble de vidrio con piedra, madera o metal.
Una frenada brusca en la playa de estacionamiento, junto a los surtidores, hace desplazar a los  expectadores y Alicia no suelta la camiseta, mientras el chico estrella ¡Crash! el celular contra el piso.
El guitarrista, de pelo ensortijado y anteojos, tiene un aire de bohemio- intelectual-sensible; el violinista, recatado y juvenil. Es una ternura verlo.
Los músicos ya se aprestan a terminar la presentación, mientras pasan la gorra. Salida a la gorra. En tanto, el joven de la derecha, está dando los toques finales a las caricaturas de los protagonistas.
-¡Arriba todos! -y suben al coche policial Alicia y el ladronzuelo, hacia la seccional.
Los músicos atienden a su público, que sigue aplaudiendo. Mientras, un solista con guitarra criolla, pantalones de treking y zapatillas tenis, se prepara. Esta vez será folklore sureño y etno-melódico.
-Quiero librar un acta, donde consten los hechos -dice- y además, quiero que llamen a los padres del menor, para que firmen y se hagan cargo.
Afuera, la noche invita a pasear. Silvia rumbea hacia el Centro Cívico y allí puede degustar toda clase de exquisiteces patagónicas y paladear cerveza artesanal. Está a pocos metros de la seccional de policía. El jinete de la estatua ecuestre, indiferente, observa el movimiento constante. Silvia no imagina que su amiga está allá adentro. Ya, a esa hora, estará perdiendo toda clase de compostura: el pelo alborotado, el tajo de la falda, corrido hacia la derecha, la camisa con ideogramas chinos, arrugada cual bandoneón; habrá perdido un aro, ahora lucirá un unitario medio desvencijado y su boca será un manchón indefinido de frutos del bosque. Pero ella ahí, impertérrita, espera que lleguen "los adultos responsables" para firmar el acta.

lunes, 6 de junio de 2011

Siluetas y sombras chinescas (última parte)

Por la vereda de enfrente, a pasos cortitos, como si aún llevara puesto un kimono de seda bordado de templos, pagodas y casas de papel, la señorita Taka Mariko se apresura. Lleva una falda negra con un tajo profundo, botas de charol para lluvia y se cubre con un poncho calamaco y un sombrerito de pana oscuro. Taka ya se ha habituado a este lugar, desde que abandonó las rutinas de azafata en una aerolíneas oriental. Llega justo a tiempo y se sienta en ancas, en la moto del joven, el Marlon Brando del pueblo. Bajo su casco se adivinan unos rulos rubios indóciles; rebelde es también su indumentaria: pantalones y botas de cuero y campera de gamuza marrón con largos flecos en las mangas y en la espalda mojada; una blanca calavera cruzada por bandas negras, como una efigie, mira la hilera de luces que brillan y hieren el pavimento. Debajo de las antiparras moteadas de gotas, también se adivinan unos ojos que, bajo una apariencia de severidad, parecen pedir como una plegaria, un poquito de ternura, como diciendo "porque... uno tiene que tener un amor..."
Mientras tanto, esperan la orden de la oficial de policía para continuar la marcha. Se entrecruzan unas miradas con sabor a despedida, entre el muchacho de enfrente y la joven oriental. Desde la motocicleta, ven a la pareja besándose con vehemencia, bajo la farola que ilumina la lluvia intensa.
Como ramalazos, como oleadas en technicolor, la señorita Taka recuerda los encuentros furtivos con el muchacho que ahora besa con pasión en la esquina, a la chica de rulos ensortijados.
Sobre las esteras, subiertas de almohadones de seda salvaje, él la había amado. Y salvajes y breves fueron esos instantes con él, los que le sirvieron para olvidar aquel terrible episodio en ese vuelo, en ese viaje que no hizo, cuando no fueron oídos los mayday del piloto y de sus compañeros de la tripulación, antes de que el avión se estrellara cerca de Kioto.
La nariz quebrada del moticiclista (y boxeador) se impulsa hacia adelante y parten. Una sonrisa como una luciérnaga inquieta, entre sus diminutos dientes blancos, deja entreoir un "Sayonara" nostálgico, mientras se alejan entre el rumor citadino.
Fuera de ese escenario ya, brindarán; él, con un buen vino torrontés, y ella, con una copita de saki. La señorita Taka se entregará como una geisha sobre el tatami. Gotitas de sudor perlarán su rostro blanco de porcelana, y tranquila, tímida y vulnerable, como una bailarina de Kabuki, verá un lago acolchado de lotos multicolores.

Para hacer más amena la espera, escucho una canción. La voz metálica de Brian Adams me habla de amor, de una mujer y de un instrumento musical poco común. Y sueño que un Marlon Brando robusto, de cintura gruesa en sus setenta años, me toma por la cintura y bailamos. Mi vestido blanco, de amplios volados vaporosos, se confunde con la playa plateada de luna, de espuma y de caracolas.

domingo, 5 de junio de 2011

Siluetas y sombras chinescas (1º parte)

En una oficina pública del centro, hay una importante reunión para atender y resolver la urgente necesidad de depurar las aguas del gran lago del sur. Yo espero en el auto, que pronto termine.
Afuera llueve con fuerza y el agua cae como si cuchillos afilados quisieran incrustarse en la tierra, en el cemento, en las plantas y en las personas que circulan rápido por las veredas, van protegiéndose, como pueden, bajo los escasos aleros y las marquesinas.
Una chica llega hasta ahí, con los pelos enrulados y alborotados por el agua. Mira hacia el interior y ve a un policía y a un guardia que recién ha comenzado el turno de la noche. La hacen ingresar y luego de unos minutos, ella sale y, parada frente al ventanal, sigue mirando hacia el interior. Ahora sí se coloca con parsimonia, la capucha, para no seguir mojándose.
-¿Qué se cree? ¿Por qué no sale? -sus labios parecen clamar y reclamar.
-Seguro va a encontrarse con la rubia del teléfono, muñequita de plástico y manicura de largas uñas gatunas, escote sensual y lencería erótica -piensa -O con la japonesa de ojos rasgados...
No se escucha lo que sigue diciendo, porque la lluvia cubre todos los sonidos, pero puede percibirse el enfado de pecho palpitante, mientras las gotas siguen resbalando por su campera, ya empapada.
Se abre la puerta principal. Ella detienen sus pasos y a unos veinte metros, ve salir tras ella al guardia nocturno. El muchacho alto, sin sombrtero, a grandes zancadas vibrantes, inclina su torso largo y esbelto y sin capa, como ayudándose a avanzar más y más, hacia ella.
No se ve más, porque en la esquina está maniobreando el camión recolector de basura, y la mujer policía dirige el tránsito de hora pico, indicando a los vehículos, no virar a la derecha. En la otra cuadra está el Poder Judicial y los obreros están vallando los alrededores. Se están preparando las medidas de seguridad, porque comenzará mañana, el juicio oral por la muerte de un joven que delinquía, a manos de la policía, dicen.
Las palabras ásperas se sofocan en la discusión; se exaltan, se enardecen, las miradas se exasperan, y luego, la reconciliación inevitable.
En la otra dirección, se han alineado unos cuantos coches brillantes de agua y limpiaparabrisas en furioso movimiento, tras una moto de gran porte, que ronronea entre nubes de humo.